"A
cabrón, pues donde ando que ya ni se"
Preguntase así mismo
Chiclán Dominguez, quien acababa de despertar en medio de los mezquitales.
Había perdido sus armas, aunque ya no les daba uso, su fiel corcel
había huido, cual niño asustado corre hacia su madre. La noche anterior
según sus turbios recuerdos, se
había encontrado a las puertas del burdel de las
catrinas.
Regocijandose entre las piernas de las putas, dulces labios sabor
lúpulo, aquellas que brindan cobijo al desvalido. Las que en horas de necesidad acurrucaron entre sus pechos a el demacrado
ranchero. Total, el no sabe como
sucedió, mientras se encontraba gozando de los
néctares de una de las bellas damas del burdel.
Sintió un golpe en su nuca, y todo se
volvió gris...
Ahora el tipo vaga entre el monte, sin caballo, sin pistola, y sin orgullo... pues una puta le castro por no haberle pagado la noche anterior. Planeo su venganza de la manera mas cruel que a un hombre
bragado le puede suceder...
Moraleja: Ellas siempre cobran al contado.
Y
aquí una celebre frase de el buen Rolo a.k.a. Dore: Estoy
descansando mentalmente...